Siempre me ha interesado la naturaleza por su materialidad, las hojas gigantezcas, las grandes gotas sudorosas en medio del calor infernal, la lluvia torrencial del trópico; recuerdos recónditos parajes semitropicales donde mi padre, un ingeniero civil que construía puentes y carreteras, nos llevaba en nuestras vacaciones. En mis obras la tierra que se abre actúa como paralelo sociológico: naturaleza y sociedad son polos que se entrelazan, imágenes que como alegorías indirectas, aluden a reflexiones sociales acerca de la cultura , la ecología y la politica.


Paisajes sórdidos en los que escenarios de cortes transversales muestran orificios por los que todo se precipita hacia el vacío, monocromías melancólicas aluden a temáticas controversiales como la crisis del café colombiano o la utilización del glifosato para la erradicación de cultivos ilegales como la amapola. Autobiografía, condicionamientos de género, cortes arquitectónicos en los que la motivos aparentemente decorativos atraen al espectador hacia aluciones duales, son espacios en los que parto de lo íntimo a lo social, del adentro hacia el afuera, de lo cotidiano a lo trascendente.